El ministro de Trabajo, Carlos Tomada, cuestionó el sistema de tercerización ilegal y destacó las mejoras en el empleo. “En el país tomamos muchas formas que en el mundo son comunes y enseguida lo transformamos en un sistema fraudulento: tiempo parcial, pasantías”, dijo Tomada a Página/12 al referirse a la práctica de la tercerización.
Por Roberto Navarro
Para Página 12/ 8 de noviembre de 2010
Varios de los hechos económicos más destacados de las últimas semanas tuvieron que ver con el ámbito laboral. Página/12 entrevistó al ministro de Trabajo, Carlos Tomada, quien, además de contestar sobre los temas en debate, defendió con firmeza el comportamiento del líder de la CGT, Hugo Moyano, antes y después del fallecimiento de Néstor Kirchner. “Moyano ha trabajado junto a este Gobierno en la defensa de los derechos de los trabajadores”, señaló. Explicó que la tercerización de las tareas no es ilegal, “pero que en el país existen abusos”. También recalcó que el proyecto del diputado Héctor Recalde, para que las empresas repartan parte de sus utilidades entre los trabajadores, “forma parte de la Constitución Nacional”. Y aseguró que “el país llegará a la plena ocupación en pocos años, si se mantiene el actual modelo económico”.
–Cuál es la posición del Gobierno frente al proyecto del diputado Héctor Recalde, para que las empresas distribuyan una porción de sus ganancias entre sus trabajadores?
–Ya hemos opinado sobre el encuadre constitucional de este tema, que está hoy en discusión en el Congreso. Es decir, la propuesta de Recalde forma parte de la Constitución. Sólo cabe señalar la evolución de expectativas que va del infierno de la Argentina del 2003 a esta realidad social y económica que enmarca la posibilidad de plantear este debate. Creo que se va a llegar a algún tipo de consenso. Hay que notar que luego de un primer rechazo fuerte del lado de los empresarios se pasó a una predisposición para discutirlo. Debemos sentirnos orgullosos de que hoy se debatan estos temas en el país. Cuando comenzamos este Gobierno, en la puerta de este ministerio negociábamos kilos de carne y de pan.
–¿Cuál es la responsabilidad del Gobierno de la existencia de trabajadores tercerizados, con menores derechos que otros que ejercen las mismas tareas?
–Es un debate amplio en el que se está estudiando desde hace rato. Este conflicto aparece por una serie de despidos y nosotros nos involucramos a pesar de que no había ningún sindicato en medio. Era el pedido de un grupo de trabajadores. Luego ocurre esta muerte repudiable que no debe quedar impune. Y ya reincorporamos 80 trabajadores y se reincorporarán todos. Luego aparecieron otros pedidos que estamos analizando. Entre ellos algunos de los despidos que ya tienen cuatro años.
–¿Pero es legítimo que dos personas que hacen el mismo trabajo estén en distinto sindicato?
–Sí, es legal. El 95 por ciento de las empresas tercerizan las tareas de limpieza; el otro cinco por ciento, no. La tercerización en sí no es una mala palabra. El mundo está organizado de esta manera. Lo que ocurre es que en el país tomamos muchas formas que en el mundo son comunes y enseguida lo transformamos en un sistema fraudulento: tiempo parcial, pasantías. Muchos empresarios se organizan de esta forma para bajar costos, reducir responsabilidades, eludir impuestos. Lo que hay que hacer es ser más estrictos sobre las tercerizaciones que se hacen sobre lo que es el objeto de la empresa. No es lo mismo la tercerización de limpieza de una estación de ferrocarril que la de reparación de locomotoras. Y el otro gran instrumento es el convenio colectivo. No puede haber trabajadores que trabajan en el mismo ámbito que no estén regidos por el mismo convenio. Y si se trata de casos legítimos, algún vínculo entre ambos convenios debe haber.
–¿Cuál es la dinámica actual del mercado de trabajo?
–Cuando en setiembre de 2008 se empezaba a sentir el impacto de la crisis, el país continuaba con el proceso de crecimiento del empleo, que había permitido generar más de cuatro millones de puestos de trabajo. Un proceso que tenía un ritmo más lento, pero que seguía su rumbo. Durante la crisis, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner tomó una serie de decisiones que volvieron a colocar al empleo como eje central de las políticas del Gobierno. Se tomaron medidas para mantener el nivel de actividad y por otro lado, acciones directas sobre las empresas. Esto tuvo un efecto muy importante, porque fue bien entendido por importantes sectores del empresariado y los trabajadores, que vieron que no iban a ver afectados sus puestos de trabajo, como en crisis anteriores. Se perdió el 2 por ciento de los empleos, cuando en crisis anteriores la caída rozaba el 7 por ciento. La salida de la crisis fue mucho más proactiva y así mucho más rápida. En las crisis anteriores la recuperación del empleo registrado se produjo a los tres o cuatro años. En esta oportunidad ya se recuperó todo el empleo registrado que se había perdido. Y el mercado de trabajo hoy sigue creando empleos.
–Con una economía creciendo al 9 por ciento, ¿cuántos empleos se están creando?
–Estamos otra vez con tasas de crecimiento del empleo registrado de alrededor del 0,3 por ciento mensuales, como en 2007. Nadie pretende volver a las tasas de crecimiento de 2005, cuando estábamos saliendo del infierno, como decía Néstor Kirchner. Hoy se quiere sentar la idea de que el modelo no está generando empleo y no es cierto. Estamos creciendo a un 4 por ciento anual. Este año creamos ya 400 mil empleos.
–Luego de décadas desarticulación de recursos técnicos y humanos, ¿el país tiene un piso más alto de desempleo que otros?
–No. En algún momento ocurrió, en 2005, se registró la falta de técnicos porque tuvimos un proceso muy fuerte y muy rápido de la economía. Veníamos de muchos años con muy alta tasa de desocupación. Hubo políticas públicas erróneas, cierre de la educación técnica. Así nos encontramos con que aquello que era uno de los activos más importantes de nuestra sociedad, que era nuestra mano de obra calificada, había estado seriamente afectada. Ya desde 2003 empezamos una tarea muy fuerte de esos niveles de calificación, en conjunto con el Ministerio de Educación. Empezamos hace siete años y los resultados los vemos hoy. Formamos un millón de trabajadores en 350 centros de formación profesional, que se renovaron tecnológicamente. No hay ya ninguna posibilidad de un cuello de botella en materia de trabajadores calificados.
–Empresarios de grandes firmas afirman: “Antes tomábamos los trabajadores de entre los desocupados, ahora tenemos que sacárselos a otra empresa y es mucho más caro”.
–Así funciona el mercado laboral. Antes ellos pasaban caminando frente a una cola de desocupados que pedían trabajo y hasta elegían de qué color de tez y de pelo iban a ser elegidos los trabajadores. Existía un nivel de discriminación alarmante. Ahora hay un mercado de trabajo que está funcionando.
–¿A qué niveles de desempleo puede llegar el país en los próximos años?
–No me gusta hacer futurismo. Pero sé que Argentina va en camino al pleno empleo en pocos años, si se sigue con el modelo actual. Los niveles de calificación, tanto para las categorías vinculadas con el trabajo manual como las de más alta calificación hoy están siendo permanentemente demandadas y abastecidas. No es casual que las tres áreas en las que más se ha invertido han multiplicado por 20 la inversión en materia de calificación: han sido la construcción, la metalurgia, industria de industrias, y el software. En los tres casos se hizo en forma tripartita: empresarios, trabajadores y el Estado. Y no es casual que estas tres áreas hayan sido las de más inversión, porque están mostrando que este crecimiento económico, a diferencia de otras etapas, abarca a todas las categorías.
–¿El crecimiento del empleo registrado tuvo que ver con el blanqueo del personal del Estado, como afirman consultoras privadas?
–Los datos existentes no muestran esa realidad. Es cierto que hubo una fuerte mejora en este sentido, sobre todo en la administración pública nacional. Se están suprimiendo los contratos y se los ingresa a planta permanente. Pero lo que creció fuerte es el empleo privado registrado. En algunas provincias ha llegado a alterar la estructura ocupacional de esas regiones, como el gran Norte, en donde el 90 por ciento era ingreso público, por empleo o planes sociales. Hoy muchas de esas provincias están viendo crecer la inversión y el empleo privado.
–¿Hay datos concretos sobre la participación de los privados en el aumento de la registración de trabajadores?
–Sí. Entre 2003 y 2009 se crearon 125 mil nuevas empresas. Un incremento del 36 por ciento. El 97 por ciento de las nuevas empresas fueron pymes. Estas empresas de menor tamaño son mano de obra intensiva. También hubo fuertes movimientos dentro del entramado productivo. Muchas pasaron de microempresas a pymes y otras de pymes a grandes. Estas nuevas empresas y las que cambiaron de categoría crearon la mitad del nuevo empleo registrado de los últimos años.
–¿Es lenta la caída del trabajo en negro?
–Todavía es alto el empleo no registrado. Pero hay una operación en marcha que trata de instalar la idea de la foto. “El empleo en negro es alto, por lo tanto las políticas han sido ineficaces.” Es exactamente lo contrario. Fueron nuestras políticas públicas las que han logrado hacer retroceder por primera vez en 35 años el empleo en negro. Desde el 24 de marzo de 1976 lo único que creció en forma sostenida fue el trabajo en negro en todos los sectores. Y la única vez que retrocedió fue en los últimos siete años. El empleo en negro bajó más de trece puntos, lo que significa una caída del 30 por ciento. Y eso es resultado de que decididamente se transformó la idea de que el trabajo en negro era otra forma de trabajo. Era un modelo de mercado de trabajo. Y eso cambió.