13 de diciembre de 2010

Tres años de gobierno: Balances y opiniones



Los tres años de Cristina, por Clara Makin*
El 10 de diciembre, día de los derechos humanos y la democracia, se cumplen tres años de Cristina. No es casual que un patriota como Néstor haya asumido un 25 de mayo, fecha clave para la histórica argentina y sumamente significativa para nosotros, los peronistas.

Tampoco es casual que una mujer como Cristina, una justiciera, una restauradora, una compañera, haya asumido el día de los derechos humanos y la democracia.

Uno vino a reconstruir una patria devastada, a ponerla de pie, a dar los primeros pasos para darle el lugar a ella, quien asumió el poder y dejo en claro que es, como él la llamaba, la "Presidenta Coraje".
Las consignas que se leen en las calles son lo que más me emocionan y lo que tantas veces nos hace pensar cuál es el momento que estamos viviendo. Si a mí me movilizan, aspiro a hacerlas para que a alguien también lo haga. Podes creer o no, pero esto no es una cuestión de fe. La fe la dejamos en el 2001, cuando estábamos todos a la deriva, cuando las consignas no eran "Fuerza Cristina", "Que la pena se transforme en militancia", "Tiemblen gorilas, hay Kirchner para rato".

Muy por el contrario, se rogaba "que se vayan todos, que no quede ni uno solo", expresión que mostraba la decadencia de la época y el nihilismo que muchos llevarían como bandera hasta que aparecieron ellos dos, la esperanza era lo único que quedaba para el pueblo.

Había todo un país por reconstruir. Después del terrorismo de Estado vino la democracia. Pero ¿qué democracia puede haber en un país donde la política económica es la neoliberal? ¿Cuánta democracia le puede permitir al pueblo un sistema económico que es desigual y excluyente? Con ella, la esperanza se transformó en certeza. Nosotros, el pueblo, sabemos que hay un modelo que funciona, que hay una mujer que junto a su compañero lograron llevar a la práctica la justicia social, la independencia económica, la soberanía política. Y esa certeza nos lleva a entender la necesidad de concretar dos proyectos de Juan Perón: el nacionalismo cultural y la unidad latinoamericana.

¿Quién se atreve a decirnos que Cristina no cumplió con esas cinco banderas, y que lo va a seguir haciendo?. Por haber tenido tantos ovarios todo este tiempo, tenemos la seguridad que vamos a seguir gobernando como se debe, que es sinónimo de profundizar, dar derechos, conducir este barco y con la certeza de que es capaz.

Porque este gobierno lucha contra los verdaderos poderes, los poderes internacionales, los que nos vendieron la patria, la disfrazaron, la destruyeron, los que nos robaron hasta la identidad. Esos, los de profundo sentimiento cipayo, los que comprenden a la patria como un terruño, un poco más de fortuna.

Nosotros entendemos a la patria como la interpretó nuestra línea histórica, y aunque nos quieran descalificar, aunque quieran desmerecer de los logros a este gobierno, aunque nos minimicen y nos peguen por los desastres que generó la injusticia social, la dependencia económica y la dominación política por parte del imperio de turno en complicidad con el Menemato, que disfrazado de Peronismo manchó la doctrina y desprestigió el partido del general Perón, el partido del pueblo.

Por más que nos quieran derrotar, el pueblo no es ingenuo, y sabe que los logros que lleva adelante la presidenta, no son logros del justicialismo ni de ningún partido, es un logro de los que amamos a nuestro país, de los que sabemos lo que nos merecemos, de los que estamos orgullosos de ser políticamente incorrectos, de los que no nos arrodillamos ante las recetas que históricamente aspiraron a la desigualdad para acumular para unos pocos y desmerecer a la mayoría, esos cipayos que siempre quisieron ser lo que no son.

Las medidas de este gobierno tienen un logro que trasciende los derechos, que hace que esta ideología vuelva a ser central y que el pueblo vuelva a ser consciente de lo que vale y no darse por vencido. Este modelo es defendido por la gente. ¿O acaso quienes eran los que estaban despidiendo al compañero Néstor en la plaza aquellos tres días? Más allá de querer despedirlo, también era una demostración de fuerza para los que comenzaban a festejar.

Esos días, el monopolio mediático y sus aliados comenzaron a marcar su nueva estrategia: "¿Cristina podrá sola? ¿Quién va a manejar el país ahora? ¿Será como Isabel Perón? Los puestos de diarios, los barrios, la ciudad, y el país entero, se dividían entre las noticias de tristeza, los afiches de ’Por siempre Néstor, Fuerza Cristina’, y las sospechas del gorila que festejaba, al indiferente de siempre, el que no le importaba, el que no le gusta hablar de política "porque me duele la cabeza".

Me acuerdo que yendo en subte a la Plaza de Mayo, cuando un grupo de jóvenes me vio con la remera de Peronismo Militante comentaron "ja, están de luto". Como "viva el cáncer" ayer, más de uno festejo el infarto hoy.

Por eso mismo el pueblo fue a la plaza. Eran palabras de aliento y llantos profundamente humanos. Diciéndole a la Capitana, a Cristina, que tenga fuerza, que él vive en nosotros, que él no murió, sino que puso mil semillas, donde florecerán mil flores.

Néstor no murió, Néstor se multiplicó.

Quien ponga en duda la capacidad de Cristina cometerá un grave error, porque no saben que Cristina es una leona, y así como ayer Evita decía que no sería nada sin Perón y sin su pueblo, que todo se lo debía a él, Néstor, en cada discurso decía, recordaba, nos marcaba que el camino era junto a la Presidenta, que hay que apoyarla, que es más que fuerte y brillante.

Y no lo digo por admiración, por ceguera, por estar metida en un círculo de militancia. Si no, porque como bien dije, el pueblo no es ingenuo, y no se olvida. Todo lo que Cristina les dio lo van a defender con uñas y dientes porque bien saben que con todo lo logrado hasta hoy, si mañana ganara un gorila, tiene hasta diez años o más, para destruir el país, retroceder y volver a la cultura de pizza y champagne.

Hoy en día miramos atrás y vemos los ´90. Las políticas marcan la cultura. Y lograr el nacionalismo cultural es, al menos, comenzar a descolonizarnos de todas esas costumbres que nos impusieron los yankees, los europeos, los unitarios de ayer, los cipayos de hoy y de siempre.

Hoy miramos con asco esos valores, de la ostentación, de admirar lo abundante, del sálvese quien pueda, de no poder comprender que la vida es mucho más que lo material y lo frívolo, que nadie puede ser plenamente feliz en una comunidad que no está organizada, donde no hay trabajo, no hay pan en cada mesa, no hay pibes que puedan jugar, sino que tienen que trabajar, que no pueden acceder a la educación. Un país donde la brecha entre los que más tienen y los que menos tienen es inmensa.

Puede que no te guste, que te moleste, que aun te quede un dejo liberal en tu mente, que tus actitudes sean egoístas, pero hay que prepararse para aceptar una nueva Argentina, donde los pobres dejen de ser pobres, donde los ricos aprendan a flexibilizar sus privilegios, donde la cultura popular sea visible porque vamos a tener la seguridad que somos bienvenidos y que sobre todo, somos convocados a construir este país.

Néstor nos dio esperanza, y Cristina certeza. Certeza que hay una línea histórica que nos ha quedado inconclusa y de la que falta mucho para concluir, Cristina nos dijo que la liberación es posible, y Cristina sabe que no nos puede defraudar, que sus ideales son nuestros ideales, que ella los revivió y que el pueblo cree ciegamente en ella.

Sabemos que los tiempos cambiaron, hoy nosotros no vamos morir por la patria. Vamos a dar la vida entera por la patria.

Vamos a concluir los sueños de nuestros héroes, vamos a construir una patria grande, vamos a aprovechar este momento histórico.

Porque pareciera que América Latina tiene vida propia, que los tiempos no se manejan por igual en todos los países, separados por fronteras porque, como dijo el Colorado Ramos, fracasamos en ser esa patria grande. Y como históricamente hemos estado unidos por las victorias y las derrotas, hoy sabemos que la única opción es estar unidos o dominados. Y que unidos, somos más, y somos mejores.

Hace unos días, en la facultad de Derecho, Rafael Correa dio una consigna muy clara para lograr la segunda y definitiva independencia cultural: transformar el sentido común en sentido político.

Así, la gente, en vez de pensar porque un abuelo que nunca hizo aportes hoy accede a una jubilación, comienzan a decir "¿cómo alguien que nunca hizo aportes no accede a una jubilación?".

Esa es la forma de pensar. Si así pensamos todos vamos a poder comprender cómo funciona esta política. Cuánto mal nos hace a todos que un pibe no pueda jugar, que una mujer y un hombre no puedan trabajar, que un abuelo no tenga para comer ni para curarse, que la patria sea desigual, dependiente, dominada, colonizada y fragmentada.

Y cuánto bien nos hace ver a los pibes accediendo a la escuela, que las matriculas se multipliquen, que todos accedan a lo mismo, que tengan una computadora, que se triplique el presupuesto para educación, que se construyan escuelas, que la asignación le permita a los padres poder comprarle zapatillas y útiles a los tres hijos (al mismo tiempo), que los padres tengan trabajo, que la familia se organice, que los fin de semana largos puedan ir al campo o a la playa, que la industria se reactive, que los empresarios crezcan, que vuelvan las paritarias, que el movimiento obrero organizado vuelva a ser la columna vertebral del peronismo, que se haga justicia por los que lucharon por una patria justa, libre y soberana.

Que nos logremos sacar de encima esos organismos internacionales que juzgaban nuestras políticas y nuestra capacidad de conducción, que se ofendan los cipayos cuando queremos redistribuir las riquezas, que podamos hablar todos, y que cuando nos den el derecho a hablar tengan que salir a decir que estamos manejados, porque ahora, que podemos hablar, se nota cuántos somos los que bancamos a Cristina.

Desde que ella asumió el panorama es este. Y lo que nos falta, nuestro motor. Como me dijo un compañero: "Nosotros viento, la Patria barco, Cristina la Capitana". 

* Clara Makín es militante juvenil peronista


"Cuenta con apoyo del pueblo", por Teresa Parodi*
El 10 de diciembre el gobierno de Cristina Fernandez de Kirchner cumple 3 años. Nunca, por lo menos que yo recuerde, una gestión fue tan acosada por la oposición. Casi hasta el destrato, la presidenta de la Nación debió soportar la constante artillería pesada del poder concentrado.

Su respuesta fue siempre más y más política de inclusión, más y más profundización, más y más equidad y justicia social.

La decidida concreción del modelo nacional y popular que llevaron adelante con Nestor Kirchner fue desarrollándose pese a los palos en la rueda y las amenazas cuasi golpistas de los sectores que jamás permitieron que sus intereses fueran siquiera rozados por políticas que osaran equilibrar la balanza.

Estoy convencida que, como nunca antes, estamos, gracias a las decisiones tomadas en los períodos de gobierno de Néstor y Cristina, discutiendo asuntos pendientes, temas trascendentales e impostergables como la política de derechos humanos; la democratización de la comunicación a través de la ley de medios; la inclusión social de la niñez y la juventud merced a la asignación universal por hijo y su reciente ampliación.

Y, en el otro extremo de la vida, la inclusión de los adultos mayores que estaban irremediablemente privados de la seguridad social, a quienes les permitió acceder dignamente a una jubilación y una obra social y las mejoras en los haberes jubilatorios, congelados durante décadas y aún recortados en la década del 90; la ley de matrimonio igualitario; la defensa a ultranza de los vínculos con los países latinoamericanos; la Unasur; la política exterior que nos ha relacionado con el mundo desde un lugar de dignidad y protagonismo.

También es de destacar la desvinculación del FMI de nuestra política económica interna desterrando la lamentable genuflexión de nuestro país ante ese organismo de cuya naturaleza perversa y destructiva sobradas muestras hemos tenido; la postura en defensa de la democracia defendida y compartida con el resto del continente; las políticas a futuro y no meramente coyunturales; en fin, la dirección y el sentido tomado y sostenido desde el primer momento con claridad de ideas y objetivos.

La Presidenta cuenta con el apoyo del pueblo para seguir adelante. El pueblo en asamblea espontánea le pidió a viva voz que continúe con el modelo y que avance en las acciones que permitan aquella redistribución de la riqueza tan pregonada por muchos y que sólo ella está intentando llevar adelante a pesar de las embestidas del amplio arco opositor y los intereses que representa.

Como argentina siento un profundo orgullo por tener a esta formidable mujer al frente del poder ejecutivo. Creo en el diseño de país que ella consolida a cada paso. Creo en su coraje y su inteligencia. En su estatura de estadista respetada en el mundo, en su capacidad intelectual y en sus convicciones.

Sé que no va a vacilar ni claudicar a la hora de defender los intereses del pueblo que la eligió y seguramente volver a elegirla en el 2011, porque ha demostrado sobradamente que, en este momento de nuestra historia, es la única que puede, y quiere, conducirnos a un venturoso porvenir.

Cristina, como Nestor Kirchner, no dejó sus ideales en la puerta de la casa de gobierno sino que sigue concretándolos en hechos que vivimos y palpamos cada día.

En lo personal, agradezco todo ello en nombre de los 30.000 desaparecidos y de todas las generaciones que lucharon por ese país mejor que sin duda nos merecemos.

* Cantautora


Un modelo que se profundizó y quebró la columna neoliberal, por Rodolfo Colángelo*
Los tres años del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner deben verse a la luz del proceso que se inició el 25 de mayo de 2003, pero ya en el plano de la profundización y el avance contra el modelo neoliberal que se derrumbó en diciembre de 2001.

La decisión política de poner fin a una etapa la tuvo Néstor Kirchner y se plasmó -entre otras medidas- en un hito fundamental como lo fue la derrota del ALCA en la Cumbre de las Américas realizada en Mar del Plata.

Esto es, si el ALCA hubiera avanzado como pretendía George Bush, hoy el país y gran parte de América latina estarían pagando las consecuencias de la crisis económica mundial que afecta a los Estados Unidos y Europa.

La profundización del modelo, entonces, tiene s u base política y económica en esa primera etapa.

Ya en el gobierno, la Presidenta puso en marcha la institucionalización del modelo desarmando el andamiaje neoliberal de los 90.

Este avance, como es lógico, encontró profundas resistencias en los sectores concentrados de la economía y la producción. El principal se registró en la "rebelión sojera" contra la resolución 125, que alentó a distintos sectores de la derecha a proponer la destitución del gobierno.

Sin embargo, para sorpresa de muchos analistas, la iniciativa no prosperó porque las bases del modelo -en lo social y político- estaban asentadas.

De lo contrario, no podría explicarse que un gobierno salga fortalecido de derrotas como la que sufrió ante la 125 y en las elecciones legislativas de junio de 2009.

Sobre esta base del modelo se fueron sucediendo las medidas: Nacionalización de los fondos jubilatorios; movilidad para los haberes de los jubilados -que vino a sumarse a la incorporación de más de dos millones de personas al sistema que no habían logrado jubilarse- y nacionalización de Aerolíneas Argentinas, para recuperar la aerolínea de bandera que en manos privadas estuvo a punto de desaparecer.

Además, implementó la Asignación Universal por Hijo, que alcanza a más 3 millones quinientos mil chicos de hasta 18 años, los que para acceder al beneficio deben cumplir con el calendario de escolaridad y el régimen de vacunación, creando así una verdadera política de inclusión.

Mientras se avanzó en los juicios a los represores de la dictadura, se abrió otro frente de resistencia desde los sectores mediáticos concentrados ante la aprobación de la ley de medios que hoy debe sortear distintos obstáculos judiciales para que pueda ser efectivizada.

Otro cambio cultural y político profundo fue la ley de matrimonio igualitario que comenzó a erradicar prejuicios sociales basados en convicciones ideológicas y religiosas muy arraigadas y estableció derechos fundamentales para un sector de la sociedad.

A tres años de la asunción de Cristina, entonces, se puede decir que la columna vertebral del neoliberalismo fue quebrada y que los intentos de restauración que puedan intentarse en el futuro seguramente encontrarán una fuerte resistencia. 

* Periodista


Dónde hay una necesidad, vuelven a existir derechos por Adriana Clemente*
En la historia Argentina contemporánea el tratamiento de la pobreza en democracia tuvo hitos con diferente enfoque y consecuentes retrocesos.

En menos de 50 años las políticas hacia los sectores populares más pobres establecieron un ciclo que se inicia en la década del 40 cuando se rompe con la lógica benéfica y se introduce la asistencia social como un derecho y un instrumento para elevar el piso de derechos de los sectores populares, estén o no dentro del mercado de trabajo.

Recuperada la democracia, la caja PAN (Programa Alimentario Nacional -1983-) será también un hito que, aunque injustificado en su momento, anticipó un cierre de milenio con un ejército de pobres comiendo en lugares públicos.

En plena crisis de 2001, será el programa Jefes y Jefas de Hogar la política que introduce en escala masiva la transferencia monetaria y reconoce la desocupación como un problema de estado y no de los individuos desocupados.

En el marco del bicentenario el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, con la creación de la asignación Universal por Hijo (AUH) en 2009, rompe definitivamente con el modelo asistencial de los 90 a partir del reconocimiento de los hijos de los trabajadores (sean o no formales) como sujeto de la seguridad social.

En consecuencia, en clave contemporánea la Asignación Universal por Hijo (AUH) es la política social que mejor representa el enfoque de derechos propuesto por el justicialismo en la década del 50, ya que recrea la misma concepción de derechos del trabajador y su familia, a pesar de las limitaciones que impone la configuración actual del mercado de trabajo.

El enfoque de derechos tiene amplia aceptación en lo que refiere a las políticas sociales tradicionales como salud y educación pero cuando se habla de derechos de los pobres se introducen todo tipo de acotaciones, al punto que refranes populares como "…enseñar a pescar, en vez de dar el pescado…." pueden alcanzar el status de Ley fundamental sin siquiera problematizar sobre los determinantes de la pobreza y el conjunto de privaciones que la definen.

La legitimidad de la participación del estado en la superación de la pobreza, es una polémica ideológica, que por lo general encubre la intención de limitar los horizontes redistributivos, particularmente cuando se trata de reasignar rentabilidades desde los segmentos más ricos a los más pobres de la sociedad.

En definitiva, el problema es estrictamente político y es en ese campo (no en el académico, ni el técnico) que se resuelven las políticas redistributivas cuando se busca elevar la plataforma de derechos con algún grado de independencia de la segmentaciones que impone el mercado de trabajo.

Cumplidos 3 años del gobierno de CFK y en conmemoración del día internacional de los Derechos Humanos la relación entre la agenda de los Derechos Humanos y Sociales debería estar más asociada que nunca.

El riesgo a despolitizar la agenda social en el caso argentino y en pleno tránsito de los juicios por la represión ilegal sería vaciar de contenido el sentido de esos juicios y las verdaderas causas que motivaron el golpe de estado 1976 y la acción genocida del propio estado contra los que luchaban por una sociedad más justa.

Del mismo modo que el crecimiento económico, como quedó demostrado en la década del 90, no es sinónimo de desarrollo, los logros en materia de reivindicaciones sociales y derechos humanos (los juicios por la verdad, el acceso a la vivienda, la inversión en salud, y la educación pública) son producto de la decisión política en articulación con el movimiento social y gremial.

Estas reivindicaciones, en el contexto de la historia reciente de Argentina, se pueden denominar como políticas reparadoras porque apuntan a intervenir sobre las desigualdades de nuestra sociedad, a la vez de conjurar el riesgo de que la memoria nos traicione a la hora de entender la génesis de estas desigualdades.

*Vicedecana de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA


Cristina consolidó definitivamente la democracia, por Juan Manuel Fonrouge*
Si con Néstor Kirchner definimos lo que ya no queríamos para el país, estos tres años de Cristina Fernández se caracterizaron por empezar a definir lo que queremos, en el marco de un modelo nacional, popular y democrático.

Para el desarrollo del neoliberalismo, fue necesaria la construcción de una expresión política hegemónica, totalitaria, que se valió de las estructuras políticas tradicionales, para instaurar un modelo que atentaba contra los intereses mayoritarios del pueblo argentino.

El plan neoliberal necesitó negar la política, ya que la misma, intrínsecamente, implica el debate de modelos económicos, sociales y culturales.

Habiendo colonizado a los antiguos partidos de masas, el proyecto neoliberal impulsado por el Consenso de Washington desarrolló en la sociedad una visión unidireccional, mostrándose neutral, desideologizado.

La lógica política del neoliberalismo fue su negación, fue la anti-política. El político profesional, el tecnócrata, desplazaba al militante, la individualidad a la necesidad de la organización.

La democracia fue vaciada de contenido en función de serle útil a un modelo que entendía a la política como forma de transferir recursos públicos al sector privado.

Gran parte del pensamiento político de este país fue excluído, marginado, ahogado por el autoritarismo del “partido único del ajuste neoliberal”.

La marginación de las ideas nacionales y populares de la política, por “pasadas de moda”, por parte del modelo neoliberal, tuvo su correlato en los medios de comunicación, mostrándose interesadamente neutrales y desideologizados.

En ese esquema de exclusión, los que nos formamos en los noventa, tuvimos como única opción resistir, oponerse desde la calle, organizándose en gremios, centros de estudiantes, movimientos sociales, organizaciones de derechos humanos.

Y la resistencia nos marchitaba, no nos permitía soñar, nuestra militancia solo se justificaba en el hecho de enfrentarse cara a cara con el enemigo, impedir que siguiese su plan de ajuste contra el pueblo, que privatizara lo poco que quedaba sin privatizar.

El gobierno de Néstor Kirchner nos sacó las piedras de los bolsillos, los palos de la mano y la gomera de las mochilas, pero por sobre todo, nos saco el odio de la cabeza.

Pero fue el gobierno de Cristina el que nos volvió a poner definitivamente en órbita como sujetos históricos, que nos devolvió la política como acción indispensable de los pueblos para escribir su presente y planificar su futuro, y nos permitió pensar a la democracia en su sentido cabal del término.

Es grato pensar que las nuevas generaciones, los jóvenes del Bicentenario, no se formaran en política partiendo desde el odio y el rencor, sino en el amor más noble, el de entregar la vida por el otro, por el pueblo y su realización. Partiendo desde mucho más adelante que nosotros, creyendo y haciéndose carne en la democracia.

Y nadie puede asombrarse, si en nuestra historia de golpes, proscripciones, fusilamientos, desapariciones, mentiras y traiciones, los jóvenes nos formáramos otrora en el descredito a la democracia, ese periodo siempre frustrado entre golpe y golpe.

Muchos de nosotros, habiendo tenido la oportunidad de hacerlo varias veces antes, votamos afirmativamente por primera vez a Cristina Fernández de Kirchner en las legislativas del 2005.

Fuimos cientos de miles, que hoy tenemos más de 30 y menos de 40 años, los que nos habíamos acostumbrado a impugnar nuestro voto.

No por falta de compromiso, sino como decisión política consiente, que no sabía muy bien lo que quería, ni como lograrlo, pero si al menos lo que no quería: un modelo excluyente, represivo, privatista y genuflexo al poder económico mundial.

Pero fue el gobierno de Cristina, con algunas de las medidas políticas más trascendentales de los últimos 50 años, sumado a la estrategia destituyente de las patronales rurales, lo que nos permitió valorar, definitivamente, a la democracia.

Cristina llegó al gobierno con una consigna, profundizar el modelo y distribuir la riqueza: la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y la Asignación Universal son dos motivos por los cuales afirmamos que Cristina consolidó la democracia.

Democratizar la comunicación, multiplicar las voces, es comenzar a dejar atrás el legado silencioso de la dictadura militar: la represión cultural.

La democracia consiste en que todos podamos expresarnos con libertad. Y con Cristina, como nunca en nuestra historia, tenemos plena libertad de expresión.

La justicia social debe ser un concepto que defina a la democracia en si misma, y justicia social es trabajo y distribución de la riqueza, y este gobierno ha hecho más que ningún otro en esta materia, aunque la deuda sea grande, y el desafío todavía inmenso.

Y en este camino, el lockout agrario y la estrategia destituyente, nos puso a la defensiva, para salir fortalecidos y ahora sí, definitivamente, decir Nunca Más.

Con Cristina tenemos una visión mucho más definida de lo que implica vivir en democracia. Este gobierno ha hecho más que ninguno para consolidarla a través de la política.

En estos días podemos reflexionar en lo que falta, pero por primera vez en mucho tiempo, visualizar un horizonte común y festejar una democracia plena sin condicionamientos, algo que nos debíamos a nosotros mismos.

*Periodista


Cristina Coraje, por Gabriela Alegre* 
Los tres años de gestión de la Presidenta Cristina Fernández han tenido como característica principal el coraje.

No sólo porque constituía un desafío ser la primera mujer, electa por el voto popular, en asumir la presidencia, sino porque lo hacía sucediendo a su compañero de vida quien, además, tenía una imagen positiva de más del 70 por ciento. Fue en ese marco que Cristina vino a decirnos a los argentinos que venía por más. Lo había dicho en la campaña, lo reiteró cuando asumió y lo llevó adelante en cada uno de sus actos de gobierno. Fue el coraje lo que le permitió superar los momentos difíciles de la resolución 125 y los de la derrota oficialista en la provincia de Buenos Aires, el 28 de junio de 2009. Y fue con coraje que, a lo largo de estos tres años, fue tomando las medidas más importantes de las últimas décadas en términos de distribución de la riqueza y de ampliación de derechos.

Así fue como llegaron la nacionalización de Aerolíneas, la estatización de las AFJP, la movilidad jubilatoria, la Asignación Universal, la ley de medios, el Fútbol para Todos, el matrimonio igualitario, entre otros importantes logros.

Hace poco menos de dos meses falleció Néstor Kirchner. Su marido, el padre de sus hijos, su compañero de toda la vida, su socio de sueños e ideales. Y otra vez, Cristina, la Presidenta Coraje como él la llamaba, se plantó frente a un país desconcertado, demostrando una entereza en la que muchos descreían, y dejándonos en claro que no iba a bajar los brazos, que éste era el momento para estar más firmes que nunca y para izar más altas las banderas que junto con Néstor se levantaron. Con toda su fiereza y su coraje, que algunos gustan de llamar soberbia, Cristina nos demostró una vez más cuál es su vocación, el trabajo, y cuáles son sus principales herramientas, sus ideales y convicciones.

Podemos soñar, entonces, con un 2011 hacia la continuidad de este modelo de inclusión y desarrollo, que nos permita seguir afianzando y elevando las voces que tantos años de sometimiento imperialista quisieron acallar.(Télam) *Legisladora porteña Bloque Encuentro Popular para la Victoria


Cristina prometió y cumplió, por María Rachid*
No lo voté a Néstor. No le creí. Como dice Hebe, "le hice mala propaganda" como candidata extrapartidaria de un partido de izquierda desde el que sosteníamos "que se vayan todos". Reinaba la desesperanza, todo parecía más de lo mismo... y hasta la anarquía de esa frase se presentaba como una mejor alternativa a la de cualquier posibilidad de continuidad del neoliberalismo seudodemocrático.

Hasta a gran parte de la clase media argentina, que muchas veces se refugia de manera conservadora en lo poco o mucho que tiene para perder, le habían robado todo, no sólo los ahorros sino también el trabajo y, con él, la dignidad.

Néstor sentó las bases. Hizo lo que había que hacer, lo fundacional. Terminó con la impunidad y le devolvió la dignidad al pueblo argentino. Derogar las leyes de obediencia debida y punto final, así como reconstruir la economía -e independencia- del país y de los trabajadores, eran el principio de un proyecto que sólo tenía sentido si íbamos por más. Y eso es lo que prometió Cristina.

La voté con algo de desconfianza, más asustada por las alternativas electorales que convencida de que cumpliría con sus promesas. Venía la parte más complicada, porque profundizar lo construido durante el gobierno de Néstor significaba, necesariamente, enfrentarse a los sectores más poderosos de nuestra sociedad con el costo político y la presión electoral que eso podía significar.

El Gobierno de Cristina era claramente esa bisagra donde se definiría si desde las bases sentadas se iban a defender los intereses de los argentinos a costa de perder el poder, o se iba a continuar en el poder a costa de claudicar los intereses de los argentinos. ¿Qué haría Cristina? La respuesta no se hizo esperar. Cristina propuso redistribuir la riqueza, con la resolución 125, aumentando las retenciones a las exportaciones de uno de los sectores que más se estaban beneficiando del nuevo modelo económico en Argentina. No era una propuesta revolucionaria: si subía el dólar (lo que se traducía en mayores ganancias para el exportador), subían las retenciones, si bajaba el dólar, bajaban las retenciones.

El objetivo era no sólo aumentar la recaudación para el gasto público, sino también controlar los precios del mercado interno.

Recibió por eso los más duros golpes que podía recibir a pocos meses de asumir su mandato, de parte de aquellos sectores que habían logrado derrocar gobiernos en algún momento de nuestra historia.

Y se mantuvo firme a favor de los intereses del pueblo, incluidos los intereses del campo. Es cierto, perdió la batalla legislativa, pero ganó la confianza de miles de militantes en todo el país.

Porque aún cuando la confrontación con el poder generaba súplicas de repliegue de los "progres" y la traición de algunos de los aliados más conservadores, aún cuando los medios le declaraban expresamente la guerra en defensa de estos sectores poderosos y lograban confundir a una parte de la sociedad en contra de sus propios intereses, aún en contra de todo, pero a favor de los intereses del pueblo, eligió profundizar, como había prometido.

Y así, nacionalizó Aerolíneas Argentinas y los fondos de las AFJP, devolviéndonos parte de lo que nos robaron durante los noventa y poniéndole fin a la especulación financiera con los aportes de los trabajadores. Propuso una nueva Ley de Medios de Comunicación que democratiza la palabra, multiplica las voces y expresa la diversidad no sólo ideológica sino cultural, social, sexual y étnica, entre otras diversidades.

Continuó la batalla contra la pobreza que había iniciado Néstor, con más medidas económicas que fortalecieron la industria nacional y generaron más empleo. Esas medidas nos salvaron de los efectos de una de las peores crisis económicas del mundo y generaron ingresos para el país que Cristina invirtió en desarrollo e inclusión social. Entre otras decisiones, se generaron créditos para el consumo que mejoraron la calidad de vida de miles de argentinos y promovieron la producción nacional aumentando el empleo y se impulsó la Asignación Universal por Hijo.

En otros aspectos también relacionados a la inclusión social y la igualdad, se aprobó una nueva ley contra la violencia hacia las mujeres, que cambia el paradigma del concepto de "violencia doméstica" a uno que incluye todas las conductas, acciones u omisiones, que de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito púbico como el privado, basadas en una relación desigual de poder, afectan "la vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, como así también la seguridad personal" de las mujeres.

Firmó el decreto de modificación de la denominación del feriado del 12 de Octubre, en el que se conmemoraba el día en que los españoles divisaron la tierra de nuestro continente instituyendo una "fiesta nacional" incompatible con la masacre perpetuada hacia los pueblos indígenas en nuestro continente y lo reemplazó por el del "Día de Respeto a la Diversidad Cultural", dotando a dicha fecha, de un significado "acorde al valor que asigna nuestra Constitución Nacional y diversos tratados y declaraciones de derechos humanos a la diversidad étnica y cultural de todos los pueblos".

En el mismo sentido, su gobierno generó políticas públicas de visibilidad de la cultura afro, así como también de otras culturas étnicas y regionales que conviven en nuestro país.

Se aprobó la ley de Matrimonio Igualitario que no sólo reconoció derechos civiles a miles de familias en nuestro país, sino que instauró una idea de igualdad que servirá de herramienta para la lucha contra la discriminación y la violencia que todavía viven lesbianas, gays, bisexuales y trans en Argentina.

Y todo esto lo hicieron con el pueblo. Néstor y Cristina nos convocaron a todos y todas a reconstruir el país.

Nos convocaron a las organizaciones sociales, a los organismos históricos de derechos humanos y a los gremios, a los estudiantes, a referentes del arte y la cultura, a los movimientos de diversidad sexual, a los pueblos indígenas, a los/as migrantes, a los/as afrodescendientes, a las personas con discapacidad...nos convocaron a elaborar diagnósticos, diseñar políticas públicas de inclusión y ejecutarlas desde del Estado. Por primera vez en la historia se hacía realidad lo de "El Estado somos todos"...y ese "todos" nos incluía -de verdad- a todos y todas.

Convocaron a las organizaciones políticas desde la transversalidad. Diferentes partidos y referentes políticos decidieron sumarse al diseño y desarrollo de este proyecto. El Partido Justicialista, el Partido Humanista, el Partido Comunista, el Frente Grande, entre otras organizaciones políticas, referentes del Socialismo y el Radicalismo fueron y son parte de esta construcción.

Porque aunque este proyecto -y mi corazón- tiene una matriz peronista, este es un proyecto construido también desde las máximas históricas del socialismo y el radicalismo en nuestro país. El matrimonio igualitario -proyecto originalmente presentado por las organizaciones junto con el Partido Socialista- es una muestra de cómo el "oficialismo" -a diferencia de gran parte de la oposición- acepta, toma y promueve las propuestas de distintos partidos que son a favor de los intereses del pueblo.

Y nos convocaron desde el amor. Desde el que se tenían -y se tienen- mutuamente y desde el amor a un pueblo y a un proyecto de Nación inclusiva e igualitaria. Néstor y Cristina propusieron redactar un nuevo capítulo de la historia de nuestro país, que todos y todas estuvimos y estamos invitados/as a protagonizar.

* María Rachid es Secretaria General de la Mesa Nacional por la Igualdad, que nuclea a referentes de movimientos sociales que luchan contra la discriminación.


Memoria, Verdad y Justicia económica, por Hernán Lechter*
El proyecto político que conduce Cristina Fernández de Kirchner tomó la bandera de los 30000 desaparecidos y construyó un camino que empieza a cerrar las heridas generadas por la violencia de la dictadura.

Queremos festejarlo el próximo viernes 10 de diciembre, día de la democracia y los derechos humanos. Por eso convocamos a todos los argentinos a la Plaza de Mayo desde las 17 hs.

A pesar de que se ha avanzado mucho, nuestra Agrupación considera que es necesario profundizar el camino emprendido, con una nueva etapa que dé cuenta de lo que algunos se encargaron de esconder: la cuestión económica.

El proceso militar fue el resultado de la decisión de imponer un modelo económico que, a través del terrorismo de estado, disciplinara a la clase trabajadora, a sus “socios” de la burguesía nacional y a toda la población. El objetivo: que sólo ganaran unos pocos. El debate entonces, sobre quiénes se benefician materialmente, sobre el modelo económico, ha sido y sigue siendo el nudo de los conflictos históricos en nuestro país.

La revancha clasista de la dictadura significó encarcelamiento, secuestro, desaparición y asesinato para la clase trabajadora. Significó complicidad empresaria. Significó un fuerte proceso de “desindustrialización” y reestructuración regresiva del aparato fabril. Significó un Estado para sus negocios, para sus ambiciones, para su propio beneficio. Significó 45.000 millones de dólares de deuda y el compromiso de transferencias significativas, como producto de la estatización de la deuda privada y de los beneficios de la promoción industrial. Significó que se llevaran nuestro dinero y nuestro esfuerzo a través de la fuga de capitales.

Significó la caída de la participación de los trabajadores en el ingreso nacional de aproximadamente 20%. Significó que el salario dejara de ser un componente de la demanda. Y significó un bloque hegemónico dominante, los GG.EE. locales, quien como expresión de la oligarquía diversificada, se asoció al capital financiero internacional.

Es necesario entender entonces que cuando hoy discutimos industrialización, inflación u oligopolios, estamos discutiendo la dictadura y el status quo que la apoyó.

En la actualidad, que podemos gozar de reservas record, de la política de desendeudamiento, que crecemos con una economía motorizada por la industria, que hay mucho más trabajo y menos desigualdad, que contamos con un Gobierno que nos banca y que invierte para todos, no queremos olvidar lo que pasó.

Queremos discutir por qué querían ese modelo. Queremos discutir con qué cosas se quedaron. Queremos discutir cómo operan hoy para hacernos callar y por qué esos oligopolios hoy generan la inflación que te come el bolsillo.

Queremos en definitiva Memoria, Verdad y Justicia Económica.(Télam) * Secretario General . Segundo Centenario.


La actividad económica cierra 2010 con un crecimiento del 9 por ciento, por Farach Cabral*
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner cierra su tercer año de mandato con un crecimiento de la economía del 9% interanual, impulsado por los sectores productores de bienes, la buena performance del mercado interno, el campo y los servicios.

Cuando en diciembre de 2007 asumió el cargo, la actividad económica cerraba el año a todo vapor, con un avance del 9,1%. Los números del 2008 se mostraron sólidos con un crecimiento del 7% tras las tasas chinas del año anterior.

Ya por entonces en Estados Unidos comenzaba a cobrar forma la crisis de las hipotecas de baja calidad que terminó por envolver a todo el mercado de derivados y que hizo implosión a nivel mundial meses después.

Junto con el derrumbe internacional, en Argentina el punto de inflexión llegó en el 2009: la economía del país comenzó a mostrar señales de alarma y aparecieron números rojos que durante los cinco años anteriores brillaron por su ausencia. En medio de ese contexto, y a partir de fuertes medidas proactivas, el Producto Bruto Interno terminó con un leve saldo positivo del 0,9%.

Un año después el nivel de actividad se ubica por encima del 9%, a partir de la fuerte mejora en la cosecha de granos superada la sequía de 2008, el comercio internacional en recuperación, el mercado interno y la producción industrial.

En 2007, una de las primeras medidas que tomó Cristina apenas asumió el cargo fue la puesta en marcha de un plan energético destinado a incrementar la oferta a través de obras de mediano y largo plazo.

A esto se sumó un programa de uso racional de electricidad -en el que se destacó el recambio de lámparas incandescentes por bombitas de bajo consumo y que incluyó también la modificación del huso horario- de manera de poder abastecer la fuerte demanda de las industrias y de la población en general.

El 11 de diciembre de 2007, el día después de la asunción, el dólar se comercializaba en la city porteña a 3,14 pesos para la venta. En este tiempo, la divisa estadounidense registró una apreciación de alrededor del 27,5%, en el marco de la política de flotación administrada que se encargó de monitorear en forma férrea el Banco Central.

En marzo de 2007, con el antecedente de que la relación con el campo no había sido del todo buena durante la administración del ex presidente Néstor Kirchner, el anuncio hecho por el entonces ministro de Economía Martín Lousteau de poner en marcha la Resolución 125, de segmentación de las retenciones agropecuarias, terminó de potenciar los ánimos.

La medida, que abarcó a las exportaciones de soja, girasol, trigo y maíz, logró lo que en términos ideológicos pocos hubieran pensado un tiempo antes: que en una misma mesa -la denominada Mesa de Enlace- se sentaran la Sociedad Rural Argentina, la Federación Agraria Argentina, Coninagro y Confederaciones Rurales Argentinas.

Cortes de rutas, movilizaciones y desabastecimiento de productos fueron algunas de las medidas que tomaron las entidades empresarias del campo como forma de protesta.

El alto nivel de confrontación desatado en torno al tema derivó tiempo después en el envío al Congreso de la Resolución 125 como un proyecto de Ley. Esa parte de la historia concluyó con el voto "no positivo" del vicepresidente Julio Cobos en el Senado -al desempatar una votación- y la inmediata derogación de la Resolución.

A tono con el vaivén de la actividad económica, la actividad industrial también pasó por su mejor momento en 2008 para luego caer abruptamente en 2009. En 2010 retornó el crecimiento y la evolución de la industria marca un acumulado cercano al 10 por ciento, a partir del buen desempeño del sector automotriz, con un nuevo récord histórico de alrededor de 700.000 unidades producidas.

En lo que respecta al desempleo, cuando asumió Cristina alcanzaba al 7,5% de la población económicamente activa. En el cuarto trimestre de 2008 alcanzó su punto mínimo, con 7,3%, para luego subir dos puntos porcentual en el tercer trimestre de 2009, cuando llegó al 9,3%.

A partir del cuarto trimestre de 2009, con la paulatina mejora de la economía mundial, la desocupación se volvió a colocar cuesta abajo y actualmente ya se encuentra de nuevo en el 7,5%.

En noviembre de 2008, luego de llamar "Efecto jazz" a la crisis financiera internacional nacida en EEUU -durante una exposición en la Asamblea de la ONU- y participar en Washington de la primera cumbre de presidentes del G-20, Cristina tomó una de las decisiones más importantes al enviar al Congreso un proyecto de ley destinado a eliminar el sistema de AFJP y concentrar en manos de la ANSES el manejo de los fondos previsionales.

La iniciativa se convirtió en ley unos días antes de diciembre y desde ese momento el Estado pasó a ser uno de los principales actores del mercado local. Uno de los préstamos `paradigmáticos` de la nueva etapa fue el concedido a la automotriz General Motors -con su casa matriz en proceso de quiebra por entonces- que le permitió seguir adelante con la producción del nuevo modelo Agile en su planta del Gran Rosario y contratar más personal.

Estos años fueron también de ásperos debates en lo que respecta la evolución de los precios al consumidor 2008, tras la instrumentación de la nueva base de medición en mayo de ese año, la inflación fue del 7,2 por ciento; el 2009 marcó un acumulado del 7,7 por ciento y en lo que va de 2010, 9,2 por ciento.

Estos números, que son objetadas por las consultoras que hablan de dos dígitos de inflación, son defendidos por las autoridades del INDEC a partir de la amplitud de la medición que realizan mes a mes, con muchos más productos y servicios que las encuestas privadas.

Otro de los puntos de referencia del gobierno de Cristina pasó también por la decisión de utilizar reservas de libre disponibilidad para pagar los compromisos que vencen este año.

Esto desató un fuerte enfrentamiento con el por entonces titular del Banco Central Martín Redrado, quien terminó siendo reemplazado en el cargo por Mercedes Marcó del Pont.

Cuando asumió en diciembre de 2007, las reservas internacionales estaban en 43.416 millones de dólares. Hoy, tres años después, rondan los 52.000 millones de dólares.

Al actual año corresponden también la reapertura del canje de deuda, que permitió absorber más bonos en default y ubicó al impago actual en apenas el 7 por ciento del total inicial, en su mayoría en manos de fondos buitres.

En el cierre de 2010, de cara al último año de mandato para el que fue elegida en 2007, el gobierno argentino se apresta a cerrar el capítulo de la deuda en default, con el reinicio de las negociaciones con el Club de París -sin la intervención del FMI- para normalizar un impago de alrededor de más de 6.000 millones de dólares.

En este contexto, la administración de Cristina Fernández de Kirchner encara el 2011 con una proyección de crecimiento de la economía que va del 4,5 al 7 por ciento.

*Periodista

Fuente: Télam/ 13 de diciembre de 2010